martes

El tiempo

El tiempo
 se escapa entre los dedos.
Como arena en la palma,
soplada por el viento.
Pasando los días de la marmota.
Ahora es lunes,
ahora es domingo.

Hay un agujero dentro mío.
Sin forma ni color.
Todo cae dentro,
desaparece.
Ahora es domingo,
ahora es lunes.

Mi desidia
busca la independencia.
Mi trabajo
busca mi desidia.
Mi afición
busca mi trabajo.
Ahora es lunes,
ahora es domingo.

Ya no necesito subir montañas.
Ya no necesito ganar batallas.
Ya no necesito obtener tesoros.
Ahora es domingo,
ahora es lunes.

La urgencia de lo desconocido,
la incertidumbre de lo que viene,
no añade valor a lo vivido.
Ahora es lunes,
ahora es domingo.

El tiempo
se escapa entre mis dedos.
Como arena en mi palma,
soplada por el viento.
Pasando mis días de marmota.
Ahora es mi lunes,
ahora es mi domingo.

lunes

Recursos naturales.

A la Naturaleza le da lo mismo. Tanto le da que tu hijo nazca gracias al amor de tu pareja hacia ti como por el deseo envenenado y obtuso del violador que vive en frente y que lamentablemente no conoces. Dentro de diez generaciones la pasión y amor que pusiste en tu hijo o el dolor y la indignación que sufriste nueve meses antes de su nacimiento no será nada. Es el ejemplo más sencillo que se poner para hacerte entender que la Naturaleza es imparcial, que lo único que persigue es la perpetuación de la especie y lo consigue; bien sabe dios que lo consigue. Es por eso que es urgente que nosotros, y con nosotros me refiero a la raza humana, a los negros, a los chinos, a los blancos y a cualquier etnia con ya no inteligencia, simple raciocinio es suficiente, pongamos los medios si no para dejar de perpetuándonos si al menos limitar nuestro número a una cifra razonable. Creo que especies como el lince ibérico o el bisonte americano, si pudieran, sabrían decirnos hasta que punto habría que limitar la cifra de humanos sobre la Tierra.

Hasta tal punto ha triunfado la Naturaleza que ya casi no cabemos en este planeta que llamamos hogar. La Tierra tiene unos recursos limitados y como tal, deberían estar correctamente distribuidos y sabiamente utilizados. Es difícil, y creo que parte de la culpa estriba en como la selección natural (¡otra vez la Naturaleza de por medio!) han creado un espécimen de humano egoísta y acaparador. No lo considero culpable, es solo consecuente ya que inconscientemente busca maximizar sus posibilidades de supervivencia y por ende, de perpetuarse. Pero no quiero desviarme, en pocas palabras, cuanto más seamos menos recursos, bien o mal distribuidos, nos corresponderán, más pobres seremos y peor será nuestra calidad de vida.


Vi hace unas semanas una serie, Utopía, en la que una gran corporación pretendía esterilizar una parte importante de la población para, en pocas generaciones, devolver a la raza humana a números aceptables. El método, una vacuna, es excesivo pero la idea es francamente buena. Sin embargo, considero, que los tiempos de la Ilustración ya terminaron. Una decisión de ese calibre debemos tomarla entre todos. Y una vez tomada hay formulas tan sencillas como el exigirnos que cada pareja solo pueda tener un hij@ o la esterilización voluntaria tras la primera paternidad. 


Pero esto es tan solo una idea. Y las ideas cuando se reglamentan suelen pervertirse. Seguro que aunque hiciésemos un referéndum mundial y aprobáramos estas medidas, en poco tiempo saldrían, por ejemplo, certificados de paternidad que quizá el que no lo pueda usar podría vender, quien hace la ley, hace la trampa ¿no? Por eso, por encima de esta propuesta, subyace la necesidad de la que yo llamo, la imposición intelectual. Debemos imponernos a la Naturaleza. En todas sus formas. Debemos cuidarla y preservarla. Para ello, lo mismo que luchamos contra los violadores, hay que luchar contra los acaparadores. Hay que pelear contra los defraudadores, contra los políticos corruptos y los banqueros especuladores. Hay que elegir lideres que miren más por los demás que por ellos mismos. Pero sobre todo hay que ser conscientes de nuestras propias necesidades y saber lo que es necesario para sobrevivir y lo que es solo un capricho por que “me lo merezco” A nivel individual, cada cual debe ser justo con el mundo que le rodea, con los demás y con uno mismo.


Nacho Ros.
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Son las tres de la tarde. El calor es asfixiante aunque la penumbra que envuelve la sala lo engaña un poco. Es un piso muy viejo. El suelo de la sala de estar está hundido en un lateral. Hay tres tipos de sillas, todas muy antiguas. Una Gioconda pintada al estilo impresionista ocupa el centro de la pared más larga. En frente, un pequeño televisor 4D muestra, como si estuviera en la misma sala, un presentador sentado en el vacío. Una anciana en camiseta simple barre con una escoba anti-estática. Su marido, tumbado en el sofá guiña los ojos detrás de las gafas intentando leer un vetusto libraco con aspecto de novela.

— En otro orden de cosas la corporación Aguas de España ha anunciado esta mañana que el precio del metro cúbico sube un nueve por ciento para ponerse en novecientos treinta y cuatro euros. Con estos precios una simple ducha de diez minutos le cuesta al ciudadano de la calle ciento doce euros o lo que es lo mismo una ducha diaria cuesta al ciudadano medio casi lo mismo, algo más en realidad, que su nómina mensual…
— Mari, apaga el televisor, sólo dan malas noticias y ya sabes que con la paga que nos ha quedado no podemos permitirnos más de media hora diaria.
— Ya, y ahora además sólo nos podemos dar una ducha al mes.
— Y será como la del mes pasado, los dos juntos.
— ¡Qué sexy!
— ¡Ja! Tu estás más arrugada que lo que el concepto de mujer permite y yo hace doce años que no se me levanta ni con Viagra.
— Ya no me quieres Juan.
— Te quiero como el día que nos casamos tesoro pero eso no quiere decir que me apetezca follar contigo. De hecho no me apetece follar con nada.
— ¡Qué deslenguado! No se porqué sigo viviendo contigo.
— Por que no nos queda otra. Con nuestras pagas y por separado no tendríamos ni para comer la mitad de los meses. Esa es otra de las cosas que tenemos que agradecer al presidente ese que tuvimos en los años treinta ¿Cómo se llamaba? Ese del Partido Socialista Popular...
— Pedro González.
— ¡Ese! ¡Qué cabrón! Descapitalizó la seguridad social y nos dejó con la mierda de paga que tenemos. Atrasó la edad de jubilación hasta los setenta y dos años. Privatizó la Sanidad, las carreteras y míralo ahora, presidente del BBVS y millonario.
— Ya sabes como son todos los políticos. Mejor no pienses mucho en eso ¿Has visto a David en la calle? ¿Sabes si vendrá a comer?
— Sí, lo he visto. Salía de la cafetería París. Se ha hecho el disimulado y se ha metido rápido en un coche. Esa víbora que llama esposa nos ha dejado sin hijo María.
— Y sin nietos. A los niños pequeños nunca les gustan los viejos y con lo poco que vienen por aquí no van a saber que tienen abuelos ¡Con lo que yo quiero a esos niños!

A María se le escapa una lágrima. Mientras hablan, Juan se va acercando sigiloso por detrás de ella, o eso cree ya que lo oye perfectamente. Da un pequeño salto y la agarra por detrás dándole un tierno beso en el cuello, casi en la nuca. Ella se gira, se abrazan, se besan y se quedan mirándose a los ojos, muy cerca el uno del otro.


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martes

El día de los deseos

Mi pequeño se levantó de la cama y deseó que no hubiese cole. Y ese día cerraron su colegio. Era el día de cierre por deseo de Iván. Mi esposa deseó un parto apacible y sin complicaciones y un niño precioso. Parió en cincuenta segundos al niño más guapo del mundo, doy fe de ello. Antonio, el vecino, al levantarse también, deseó un buen trabajo. Esa misma mañana una empresa muy internacional lo llamó por teléfono, habían leído su currículo y lo necesitaban para un cargo muy importante.

Había que tener cuidado con lo que pedías. Por poner un ejemplo y no ser muy extenso, Manuel era muy envidioso. Deseaba la casa de Juan, deseaba a Ana, la mujer de este, deseaba su dinero y sus tierras, deseaba incluso que Juan se muriera de asco. Pero Juan sólo deseaba ser feliz y además Ana lo quería con pasión y sólo deseaba tenerlo siempre a su lado. Como podéis comprender Manuel no vio cumplido su deseo.

Nuestro alcalde deseó calles asfaltadas, limpias con aceras nuevas y una buena señalización. Como no podía ser de otra forma, la diputación provincial avisó de que esa misma mañana mandaban a tres empresas distintas para ponerse manos a la obra. Lucas, mi compañero de trabajo, pidió tres meses de vacaciones, después de llevar tres años sin ellas. Nuestro jefe, que había deseado durante muchos meses dinero para poder recuperarse de tanta perdida y al que le había salido un fuerte inversor que compró todo el negocio, llamó a mi compañero avisándole que para poder vender tenía que regularizar su situación. Lo enviaba tres meses al Caribe, a que buscara a un tal Paco decía, a gastos pagados.

Los sevillistas desearon que su equipo ganara la liga. Los madridistas que no la ganara el Barça. Los culés desearon ganarla todos los años hasta tener más títulos que los madridistas. Los valencianistas querían ganarla este año, el que viene y el siguiente. Los atléticos que no la ganaran ninguno de los anteriores. Los numantinos desearon simplemente no quedar los últimos, se les concedió. Los béticos querían un equipo europeo; la UEFA nombró al Betis equipo más europeo del año y les concedió el poder participar en la competición europea que quisiese durante cinco años consecutivos.

Como no podía ser de otra forma, PP, PSOE e IU ganaron las elecciones. Al tener los tres mayoría absoluta no les quedó otra que formar un gobierno de consenso muy de izquierdas, muy religioso, con una formidable política social y con grandes ayudas para las empresas. El presidente del gobierno deseó erradicar el paro. El paro desapareció y todos los currantes obtuvieron un trabajo digno y bien remunerado. Eso, evidentemente, reactivó el consumo, con lo que los empresarios volvieron a ganar dinero a espuertas y fueron tremendamente felices.

La Iglesia deseó que nadie usara condón. Qué nadie abortara. Que las relaciones sexuales sólo tuviesen por objetivo la procreación. Tantos adolescentes desearon condones, y uso de los mismos. Tanta gente deseó disfrutar del sexo sin tapujos por simple diversión, que no se les pudo conceder. Al menos tuvieron algo de suerte, con tantos condones nadie tuvo necesidad de abortar.

Un médico en Ruanda deseó que el hambre, la guerra y las enfermedades se acabaran. Qué todo el mundo tuviese para comer todos los días. Que nadie matara a nadie. Que nadie abusara de nadie. Que nadie enfermara y que el que muriera fuese de muerte natural, en paz y sin sufrimiento. Este deseo, antes que todos los demás, fue concedido.

Yo deseé un mundo feliz, un mundo mejor donde todos nos llevásemos bien. Escribí este pequeño cuento.

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Viaje astral

Quieto. Oscuro. Negro. Muy negro. Creo que puedo moverme. Sí. Estoy flotando. Mi cuerpo está inerte en la cama pero yo floto alrededor de él. Soy un, un… ¿fantasma? Que más da. Puedo flotar. ¿Podré salir del dormitorio? Sí. Laura duerme delante del televisor ¡Micifuz puede verme! Se gira hacia mí. No puedo tocarlo. Me ignora. Es como humo. No, yo soy como humo. Humo denso y compacto con mi forma desnuda pero nada más que humo. Menos que humo ya que puedo atravesar puertas y paredes. Sólo existencia en movimiento.

¿Qué hago? ¿Voy a ver a la ricura del primero? Lo mismo la pillo en la ducha. Mejor no. Me puede gustar demasiado ¿Voy a ver que hace mi jefe? Seguro que está engañando a Marta con Lurditas pero sin pruebas es como no saber nada ¿Qué estará haciendo Oscar? A estas horas alcohol y algo más dan saltos en la discoteca, seguro.

¿Y si voy a la Luna? Subo y subo. Me lleva como diez segundos. Pero merece la pena ¡Qué vista! Toda Europa de noche. Pensaba que se verían las luces de las ciudades como en las fotografías. Sólo se ve la silueta y a duras penas. Reflejos del anochecer en América. Blanco perfecto en Groenlandia, mitad por el hielo, mitad por las nubes. Parece tan irreal desde esta distancia.

El Sol. Tengo que verlo como nadie lo ha visto. Me acerco. Más. Y más. He tardado más que en ir a la Luna pero cuanto más voy en una dirección más velocidad parezco tener. Casi puedo sentir el calor. Aquí tan cerca parece casi azul en vez de rojo ¡Esa llamarada es tan grande que reduciría a la Tierra a cenizas de tocarla! ¿Lo atravesaré? Estoy dentro. Puedo oír sus murmullos y sus quejas. Tiene hambre ¿Es consciente? Lo parece.

Me alejo. En línea recta todo el tiempo. Más. Y más. Y mucho más. Siguiendo el plano solar dejo atrás la Tierra y su pequeña Luna. Sigo. No veo a Marte, estará al otro lado del Sol pero el anillo de asteroides ya se perfila en el horizonte. Rocas pequeñas como pelotas de tenis junto a otras enormes del tamaño de un bloque de pisos en movimiento perpetuo. En perfecta armonía. Como un baile de salón donde todos saben donde están los demás. Adelante. En un instante un pequeño punto parduzco se convierte en una inmensa esfera. Júpiter. Y un buen montón de satélites. Me gustaría reconocer alguna ¿Cuál será esa tan perecida a la Luna? ¿Ganímedes? Ese anaranjado es Io, seguro. En Europa algo se mueve bajo el hielo. Giro un poco y en instantes el maravilloso Saturno se muestra magnífico. Puedo contar hasta seis anillos claramente identificables. Los atravieso. Siempre pensé que no eran más que polvo. Hay también rocas pequeñas como pelotas de golf e incluso algunas tan grandes como una vaca. Sigo. No veo a Urano ni a Neptuno. Los habré confundido con una estrella.

En esta oscuridad las estrellas están espléndidas, más vivas y hermosas. Allí está Antares y allí Sirio. Proción más abajo ¿Abajo o arriba? Con la velocidad del pensamiento en instantes estoy frente a la maravillosa Rigel, enorme, roja. Betelgeuse al lado. Tan lejos de casa la posición de las estrellas es distinta, casi no reconozco las constelaciones.

Me sigo alejando. Puedo ver toda la Vía Láctea bien grande en el centro y decenas, no, cientos de galaxias alrededor. Conforme me alejo se igualan en tamaños y la nuestra ya sólo parece una galaxia del montón. Incluso la pierdo de vista y tan sólo parece una estrella más. Cada vez más lejos. Sin cesar. En la misma dirección. Puedo ver todo el Universo. Parece una inmensa flor. Como una campanilla dorada formada por cientos de millones de galaxias. No, está en movimiento. Cae y se abre poco a poco. Es más bien una gota de agua al chocar contra el suelo. Una segunda gota cae al lado. Y una tercera. Esta lloviendo en un prado dorado mientras pequeñas hormigas intentan refugiarse y evitar las gotas ¿Dónde está mi gota? ¿Cómo vuelvo a casa?

Abro los ojos. Estoy solo en mi cuarto. Acostado. En silencio. Feliz por respirar y sentir mi propio cuerpo.


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miércoles

Amistad

Miguel era un niño alegre, simpático y educado; bueno, tan educado como se podía ser en la época que vivimos, quizá algo más. Ayudaba a la señora Matilde con las bolsas de la compra siempre que la veía subir las escaleras hasta el quinto. No cruzaba casi nunca los semáforos en rojo. Todavía se sonrojaba cuando un adulto lo pillaba en una travesura. Respetaba a sus padres y maestros. Defendía hasta donde podía a los más pequeños en el colegio. Una rara especie en peligro de extinción.

Una tarde Miguel recogió lápices y libros tan rápido como pudo. Salió corriendo por la puerta en cuanto sonó el timbre. Sin decir adiós. Incluso olvidó la bufanda en la percha. Su maestro, Don Antonio, se extrañó de que tan siquiera se despidiera, con lo cariñoso y educado que era “Migue”, el mejor alumno de quinto de primaria del colegio concertado Virgen de las Angustias. Claro, no sabía que Miguel había quedado con Rafa y Tomi, repetidores de segundo de ESO, para que le enseñaran el último juego de la consola PS, “Total Black Damon III”. Miguel quedó muy decepcionado en navidades, cuando sus padres le regalaron un juego de química en vez de la pequeña consola y llevaba ahorrando desde entonces para poder comprarla; escasos veinte euros le separaban de ella.

Atravesó el paso de cebra al trote, no sin antes llevarse una sonora pitada de un furgón de reparto que frenó bruscamente. Dobló la esquina a toda prisa y, sin parar de correr, cogió la cuesta del Horno de camino a la vieja casa del marqués, un bloque de cuatro pisos que quedó en cimientos, suelo y poco más al arruinarse Julián Góngora hacía más de treinta años.

—¿Dónde irás con tantas prisas Miguelito?—dijo Doña Josefa, la panadera, dejando de barrer la acera y colocando sus brazos en los costados cual jarrón de alguna olvidada dinastía china.

—Con los amigos, Doñafefa—respondió Miguel encajando los dientes al sentir que perdía el resuello.

—Ten cuidado, no vayas a caerte.

—Sí señora—dijo Miguel acelerando la carrera tanto como sus pulmones le permitían y un poquito más.

Nada más entrar en el callejón vio a Tomi, sonriente, saludarle con la mano abierta desde un saliente del segundo piso. Seguro que se había fugado y llevaba toda la mañana jugando con Rafa. Al entrar, como estaban las ventanas tapiadas y tan solo alguna rajita dejaba el paso de la luz, quedó cegado y avanzó a tientas con las manos adelantadas, un pequeño sonámbulo a la una del mediodía. Sintió un golpe fuerte en la espalda y cayó de bruces. Casi no notó el segundo golpe en la cabeza con el que perdió el conocimiento.

Despertó confundido. Tenía un fuerte dolor en la nuca que palpitaba de forma extraña, daba la sensación de que la cabeza le iba a explotar en cualquier momento. Tenía la boca seca y pastosa con un cierto sabor metálico. Era insoportable el dolor de las costillas, pero lo peor era que el ano le dolía espantosamente, lo sentía mojado y escocido. Lo más extraño es que estaba atado a una columna, con los pantalones bajados.

—Mira, ya despierta—dijo Rafa.

—Sí. Será mejor que le expliquemos lo que ha pasado—respondió Tomi.

—Migue, verás, resulta que Tomi y yo hemos visto unos videos en los que enseñaban como follar. Queríamos probar y se nos ocurrió que contigo sería más fácil.

—Por favor, soltadme. Estoy mareado, me duele mucho la cabeza ¿Qué me habéis hecho?

—Rafa te lo estaba explicando. Cállate y escucha. Simplemente te hemos metido nuestras pichas en el culo y nos hemos corrido. Si te portas bien y prometes guardarnos el secreto te soltaremos más tarde ¿Lo has entendido?

—¿Por qué?

—¿Has entendido lo que te hemos dicho? Si no escuchas no te soltaremos.

—Sí, sí, lo entiendo. Soltadme ya. Tengo miedo.

—Ahora nos vamos a ir—dijo Rafa— después de comer volveremos. Tendrás tiempo para pensar. Cuando volvamos si juras no contarle a nadie lo que ha pasado aquí te soltaremos. Incluso podrás jugar un rato a la PS.

—Adiós Migue.

—Por favor no me dejéis aquí. Ayudadme. Estoy mareado. Por favor. Por favor.

—Hasta luego.

—Por favor. ¡SOCORRO! ¡Que alguien me ayude! Por favor. Por favor. Tengo…miedo.

Pero Rafa y Tomi ya se habían ido y nadie oía a Miguel. Se quedo sólo, dolorido, asustado, pero sobre todo confundido. No entendía como sus amigos, sus mejores amigos, le habían hecho esto. El siempre les había dejado sus cosas. Incluso les prestaba sus cuentos antes de leerlos el mismo; ni siquiera le importaba que a veces se los devolvieran rotos o sucios. Les daba el dinero de la merienda para que compraran ese apestoso tabaco que tanto les gustaba. Incluso les ayudaba con los deberes a pesar de estar en un curso inferior. ¿Por qué sus amigos le habían hecho eso?

Miguel nunca lo supo. Al ratito de irse sus amigos, empezó a llover con fuerza. No paró en toda la tarde y no fue hasta bien entrada la noche cuando clareó. Para esa hora Tomi y Rafa ya estaban en sus casas, cenando con sus familias. A pesar del remordimiento, ninguno tuvo el coraje de avisar a sus angustiados padres o siquiera hacer una llamada anónima a la policía. Mientras el pobre Miguel se había ido desangrando por la herida de la cabeza. Entre tiritones de frío y lágrimas de miedo el pobre Miguel murió en la amarga y oscura soledad. Su último pensamiento consciente fue un simple ¿por qué?

Epílogo

Los culpables fueron descubiertos y detenidos. Tres años de reformatorio para Rafa, cinco para Tomi. Leve castigo para semejante villanía. El colegio concertado Virgen de las Angustias cerró sus puertas al día siguiente en señal de luto. Al entierro acudió todo el pueblo, un pequeño féretro blanco iba en volandas entre las lágrimas de las mujeres y los aplausos a los padres. En pocas semanas el único recuerdo que quedaba de Miguel era una lápida en el cementerio, el pupitre vacío en su aula y la tristeza en la cara de sus padres.



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lunes

Palpando

1

Palpando, paso a paso, avanzo en la más absoluta oscuridad. Tengo las manos destrozadas por las rocas, siento las gotas de sangre escurrirse por los antebrazos. Además cojeando, un golpe en la rodilla un rato antes, y las sandalias de cáñamo no ayudan mucho en este terreno. No se si subo o bajo, si avanzo o retrocedo. Pero lo peor es el silencio, excepto el repicar de alguna gotera no se oye más nada. No se ni que hora es, espero que me estén buscando ya. Quizá debería pararme y esperar a que me encuentren. Pero, ¿y si no me encuentran? ¿Moriré aquí? Seguro, nadie me espera. Aucán se fue esta mañana a los Lagos y no me extrañará hasta dentro de dos o tres días. Tengo que encontrar la salida, ¡Dios! ¡Tengo que salir de aquí! Entré en la caverna escondiéndome del Sol. ¿Cómo podía imaginarme que habría ese talud a la entrada? ¡Qué caída! No se ni como sigo en pie, y luego rodando y rodando entre las piedras. Voy a seguir avanzando, o retrocediendo, no lo se, pero no me puedo quedar aquí.

2

No puedo más, ¡que cansancio! Lo peor es la sed. Pensé que los chicles me calmarían el hambre, pero ha sido peor. Tengo la boca tan seca que la lengua se empieza a pegar al paladar. ¡Qué calor hace aquí! ¿Quién dijo que en las cuevas hace fresco en verano? Voy a beber de los charcos del suelo, no aguanto más. Sabe raro, como a ceniza, y huele mal pero al menos está fresca. Tengo que descansar un ratito, voy a buscar un sitio seco y dormiré un rato, quizá al despertar con la mente más clara encuentre la salida de este laberinto.

3

¿Cuánto habré dormido? ¡Ummmm! ¡Mis huesos, mis pobres huesos! Tengo clavadas todas las piedras del mundo en la espalda ¡Mi rodilla! No puedo moverla, tengo algo roto, ¡Qué dolor! Y el estomago me arde, voy a vomitar.

El agua, esa asquerosa agua, seguro que estaba en mal estado. ¡Qué asco! La ropa sucia y el hedor es insoportable. Creo que tengo algo en la garganta, algo rasposo, no puedo deglutir. Voy a vomitar otra vez.

4

¡Qué oscuro! ¿Dónde estoy? En la cueva. He perdido el conocimiento después del último vomito. No tengo fuerzas ni para moverme y el estomago se retuerce intentado devolver? ¿el que? Si tengo el estomago vacío. ¿Cuántos días llevaré aquí? Creo que toda la vida. Mierda ¡Mierdaaaaaaa! Voy a morir, es seguro. Y Oscar le dará mi ascenso a cualquier inútil. ¡Con lo que he luchado por ese ascenso!

No podré ir al cine. No volveré a probar el asado de ternera de mamá. Ni tapear con los amigos. Ni nadar en la playa de noche. No veré más las estrellas, ni la lluvia de septiembre, ni la nieve en los tejados desde el balcón. No veré amanecer. No pasearé con Júpiter ¿Quién sacará a la calle a los ojos más nobles del mundo? No jugaré al ajedrez. No terminaré la novela de Farmer.

Aucán llorará mucho. Espero que encuentre una buena persona que ocupe mi lugar en su vida. No veré crecer a Miguelín. Me perderé sus primeras notas y su primera bici. Me perderé su primera novia y su mayoría de edad. No volveré a ver a mamá, pobrecita ¡Con lo mayor que está! Tendría que hacer testamento. El coche y el piso para Aucán. El mac para Alex. Los libros para Miguelín, cuando pueda leerlos. Los discos para papá, es el único que los cuidará. La ropa que la quemen, no quiero que nadie se la ponga. ¡Qué estupidez! ¿Quién va a leer este testamento no escrito? ¿Quién cumplirá mi última voluntad?

5

...


FIN

Migración

Una cálida tarde de agosto partió con la promesa de un futuro mejor. Dejaba esposa y tres criaturas de escasa edad en la más terrible miseria, en la despensa comida para no más de dos días, en la memoria la muerte temprana de su hermano, como única señal un montón de huesos en un cubo de basura. El perro, Fido, le acompañó un buen trecho, hasta más allá de las tierras conocidas, pero antes de llegar la noche dio media vuelta y desapareció entre los matojos de vuelta a casa.

Siempre viajando cara al sol, con el sudor cayendo a chorreones por sus axilas, manchando su limpia camisa blanca, atravesó montes y ríos, valles y cañones. No paró ni con la noche, siguió andando a pesar de la flojera en las piernas y la sangre de sus pies.

Ya con el sol golpeando en su cogote divisó en la lejanía una gran línea gris que cruzaba el horizonte como partiendo el mundo por la mitad. Se acercó temeroso, nada crecía en la gran línea gris, dio un paso adelante y notó una superficie dura y extremadamente caliente como las rocas del alto muro del hogar, pero recordó lo que había dejado atrás y sin mas vacilación, comenzó a atravesar la gran línea gris. A mitad de camino una línea blanca que se perdía a la par que la gran línea gris lo dejó confuso, estuvo tentado de seguirla ya que parecía un camino lógico a ninguna parte, pero su determinación le empujó a terminar de atravesar la fastuosa línea gris.

Nada mas dar ese fatídico paso, oyó un rugido enorme, como mil vacas huyendo en estampida y entrevió una enorme cosa acercarse a gran velocidad hacia él.

Corrió despavorido pero ya era tarde, instantes después la enorme rueda de un seis ejes convertía a nuestro amigo en poco menos que una mancha roja y plumas en el pavimento. Días después mama gallina sirvió de almuerzo en la granja familiar. Un buen día los dos hijos mayores fueron hechos prisioneros y se fueron para nunca volver en la camioneta. Pero el menor, decidió un día encontrar a su amado padre.

El perro, Fido, le acompañó un buen trecho, hasta más allá de las tierras conocidas, pero antes de llegar la noche...
Lección de Historia

El mundo avanzó rápidamente en brazos de la tecnología. La genética se encargó de que sus habitantes fuesen altos, rubios, con hermosos ojos azules y de un coeficiente intelectual alarmante. Así mismo, procuró alimentos altamente nutritivos y mascotas saludables y completamente reciclables. La física y la ingeniería concibieron increíbles artefactos que proporcionaron gran bienestar entre esta nueva elite mundial. La meteorología consiguió lo imposible, que lloviera solamente lunes, miércoles y jueves y sólo de doce a dos de la mañana. Tantos eran los avances que los humanos parecían prácticamente dioses.

Pero el descubrimiento más significativo fue el de la informática. Se descubrió un sistema operativo capaz de englobar todo el saber humano en una sola máquina que al mismo tiempo era fácilmente accesible desde cualquier punto del planeta. Se dedicaron grandes esfuerzos a esta tarea y en pocos años desaparecieron libros y bibliotecas, el papel dejó de usarse y todo esta ingente cantidad de celulosa fue reciclada puesto que su utilidad ya era nula. Todo el saber humano se acumuló para sorpresa de propios y extraños en una esfera del tamaño de una pelota de baloncesto. Las matemáticas o la literatura, la biología o el arte, todo estaba en la esfera, incluso los datos bancarios y fiscales, la información del catastro, los títulos de propiedad tenían como único soporte físico a la esfera.

Una tarde, el usuario 4215424GFH le preguntó a su extensión de la esfera si existía una forma de vida más feliz que la actual. Se produjo un leve zumbido en los disipadores de calor de su terminal e instantes después apareció una pantalla azul que decía:

Mensaje de error

Se ha producido un error interno que deja bloqueados algunos componentes de Esfera.

Para esperar a que se desbloquee diga ESPERA.
Para reiniciar Esfera diga SIESTA.

El usuario 4215424GFH, desde ahora lo llamaremos cuarentidós por abreviar, decidió esperar y así se lo dijo. Una pantalla negra sustituyó a la azul y en varias horas no dio más señales de vida. Desesperado y por probar pidió un extracto bancario y lo único que consiguió fue la misma pantalla azul de antes. Siguió esperando y esperando pero aproximadamente a las dos de la mañana y al aparecer la consabida pantalla azul por trigesimosegunda vez dijo SIESTA. Se oyó otro leve zumbido y el terminal se apagó por completo.

El susto fue tremendo, en los más de cinco años que llevaba usando a esfera nunca se había apagado su terminal. Cuarentidós Llamó a su hermano 4215420GFH, gran experto en computación, y este confiado dijo que no pasaba nada, que era normal. Pidió ENCENDIDO y con un suave chasquido la pantalla se iluminó lentamente entre la felicidad de cuarentidós y su hermano, dio el mensaje siguiente:

Mensaje de error

No se han podido cargar los módulos VXD y DLL primarios, no hay acceso a memoria.

Para formatear memoria diga NUEVO.

Al no dar mas opciones pidieron NUEVO. Y esto fue el fin de la Humanidad tal y como era conocida hasta el momento. Esfera fue formateada y todo el saber humano perdido, desapareció toda la información de los Bancos, de los Ministerios de Defensa o Hacienda, de la Biblioteca Global e incluso las ultimas notas de 4215429GFH, hermana de cuarentidós y con suspensos en biotecnología y literatura escrita, hecho este último que alegró mucho a 4215429GFH.

Fue el caos, nadie controlaba las maquinas y por ende estas no funcionaban, agotados los acumuladores el mundo se quedó sin electricidad y ciertamente a oscuras, en definitiva ya no era que no funcionara nada, sino que los artefactos no servían para nada. La Humanidad retrocedió diez mil años en diez horas. En pocos días llegaban noticias, por el infalible método del boca a boca, de guerras entre distintas ciudades y al cabo de poco tiempo el mundo no era mas que una ruina y sus habitantes pobres desgraciados que no sabían ni como limpiarse el culo después de defecar.

Unos años terribles en los que el mundo retrocedía a ojos vista pasaron, pero en pocos años una nueva generación se plantó sobre la Tierra preparada para recuperar el mundo.

Un buen día Cuarentitrés, hijo de Cuarentidós, le preguntó si era feliz ahora, Cuarentidós contestó que no era más feliz que antes, pero que al menos ahora era libre.

Comenzó la Edad de Piedra.

sábado

MOSCONES

¡Que calor más espantoso hacía!, eran las cuatro de la tarde y todavía me quedaban cuatro horas de trabajo en la oficina. La tarde se presentaba animada, estabamos ya a seis de Junio y no había terminado aun las facturas de ventas. Además, hoy teníamos la reunión de todos los meses con la dirección, no menos de una hora oyendo estadísticas de producción y aplaudiendo medidas correctoras, electrizante.

Encendí el ordenador y directamente comencé un excitante solitario. Enseguida una mosquita veloz y tenaz se dispuso a revolotear entre la pantalla y yo, posándose donde le placía, ora entre el rey de corazones y el cuatro de picas, ora en la mano que sujetaba el ratón, incluso en mi sensible y desprotegido cogote. Tras darme cuatro o cinco bofetadas esquivadas diestramente por el insecto, la vi apoyarse suavemente en el centro de la mesa y empezar con cierta fruición a limpiarse sus patitas. Con un movimiento ágil, a base de años de intentos infructuosos, cogí el periódico, lo doble para darle mayor consistencia y de un fuerte golpe convertí al díptero en una mancha rojiza y aplanada.

Tres solitarios mas tarde y cuando me encontraba en mi mejor ánimo facturador, el viento abrió la puerta y dos moscones verdosos y repugnantes entraron con un suave zumbido. Mientras planeaban majestuosos por toda la habitación me armé de mi sangriento diario y les di caza sin piedad en menos de cinco minutos. Agarré escoba y recogedor e hice rápidamente limpieza del campo de batalla.

Al cabo de una hora, entró un cliente un tanto huraño y de mal talante reclamando no se que factura, asegurando que hacía más de un año que la había pagado y exigiendo de forma nada amable una copia de la misma. Abrí mis archivos y comprobé que ya estaba mandada por correo hacía al menos dos semanas. Como no le convenció mi explicación, no me quedó más remedio que hacer una fotocopia y entregársela. Cuando se marchaba, prometió no volver más a trabajar con nosotros, cosa que yo sinceramente agradecí. Esto fue el colmo, toda la tarde perdida por moscas y moscones, ¿cómo quiere el señor Sánchez que trabaje en estas condiciones?.

Conforme me disponía triste y abatido a apagar el pecé, entró por la ventana una mosca enorme, del tamaño de un gorrión o quizás mayor, no puedo imaginar como se mantenía en el aire pero ella parecía tener claro que yo era el blanco de sus iras. Entré en pánico y salí huyendo, cerré de un portazo con la mala suerte de atrapar el moscardo en la gatera, mientras corría vi como moribunda aleteaba débilmente, mitad dentro, mitad fuera y me pareció oír un llantito quedo y amargo.

Fue nada más cruzar la calle, un zumbido fuerte, casi atronador surgió desde atrás, a mi espalda y sentí como algo grande y oscuro se acercaba a mí vertiginosamente, más rápido de lo que yo era capaz de correr. Entré sin mirar en un callejón y vi desolado que no tenía salida. Me metí raudo en un gran contenedor de basura y cerré la puerta con el tiempo justo de ver unos ojos multicefálicos, grandes como balones de fútbol mirarme rabiosamente.

Ahora vivo aquí dentro, ya llevo más de un año sin salir, he aprendido a saborear los más repugnantes manjares, sigo oyendo el moscón ahí fuera, en la calle, no tengo miedo, he encontrado unos barrotes oxidados y los he afilado con una pequeña caja de cerillas usada, si entra sabré defenderme. Aunque, no se, quizá sea mejor no matarlo, ¿quién sabe qué horror vendrá a vengarlo?.